Estimado Kunin, confuso estoy.
El pasado mes de marzo fue de aúpa, informativamente hablando. Hubo dos sucesos de postín: el terremoto-maremoto-godzilloto nuclear de Japón, y el inicio de la crisis en los países árabes, que culminó en la autorización de la ONU para intervenir en Libia, una autorización sin precedentes conocidos por mí por varias razones, y cuyos términos son los de "haced lo que os dé la gana, mientras no pongáis un pie en Libia".
Y me dirás: bueno, sí, sucesos todos ellos relevantes, pero la actualidad tiene sus vaivenes. Así es, pero es que más allá de los acontecimientos como tales, algo distinto ha ocurrido esta vez. Lo que quiero preguntarte, amigo Kunin, es ¿cómo conociste estos eventos y cómo te informaste posteriormente sobre ellos?
En mi caso, apenas hacía una o dos semanas desde que me había dado de alta en twitter, y comprobando mi cuenta estaba, cuando aparecieron los primeros mensajes y vídeos sobre la tragedia nipona. Ese día esperé pacientemente hasta que pude llegar a casa y sentarme frente a los informativos, para poder espeluznarme ante los vídeos de la catástrofe.
Te diré, Kunin, que esto no era algo nuevo: ya en 2004, en los atentados del 11M, descubrí la noticia por medios distintos de los tradicionales, y después la seguí por televisión. En este caso, la diferencia se produjo en los días siguientes.
En los días siguientes, las principales cadenas de televisión desplegaron enviados especiales a Japón, y al parecer, todos llevaban la misma consigna: traed carnaza. Y asistimos a algo insólito: mientras que las noticias y los magazines de actualidad nos hablaban de terror, de escasez y de apagones, los españoles residentes en Japón, a través de sus blogs, su facebook, su twitter, comentaban (y documentaban) cómo la gente hacía una vida perfectamente normal, sin desabastecimientos en las tiendas, y con apagones razonables, soportables y de los que se informaba con antelación.
Impactado quedé ante esta disparidad, apreciado Kunin. Los días posteriores, los medios suavizaron su descripción de la situación, pero en las crónicas que llegaban seguían faltando imágenes de la gente, entrevistas con autoridades civiles, conversaciones con españoles, y sobre todo una ausencia: cuál era la situación nuclear. Una pregunta quedaba tras cada crónica: ¿me la están dando con queso? ¿y cuántas veces más me la han dado antes?
La crisis libia llegó poco después, con una ventaja desde el punto informativo: Libia está mucho más cerca. Así, ya no había por qué enviar a becarios (no me digas que el que envió Punto Radio ha terminado la carrera), ni a condenados al destierro (sí, lo digo por Almudena Ariza, no sé qué habrá hecho en su vida anterior pero parece que no la dejen volver), ahora se podía enviar a periodistas "normales".
Y aquí llegó la gran contradicción: en general los periodistas enviados fueron mujeres que iban a la frontera con Túnez. Admirado Kunin, tal vez me acuses de machista o de misógino, pero he de decir que enviar una periodista a un país árabe a hacer labor de investigación no me ofrece ningún tipo de garantía. Es como si la guardia civil quisiera infiltrar en ETA a un andaluz bajito y con bigote: en el caso de que siga vivo, yo no me fiaría mucho de sus testimonios.
Y entretanto, yo seguía con mi twitter. Y llegaban retweets de un tal @jordipc que al parecer, lo único que hace es estar en su casa con una conexión a internet y una parabólica muy grande, con la que sigue las retransmisiones por satélite de todos los canales árabes y los de noticias internacionales. Y pasó lo que tenía que pasar: mientras que los enviados (y sobre todo, enviadas) internacionales de todos los medios únicamente contaban lo que pasaba dentro de su hotel, a través de twitter llegaban disparadas las posiciones oficiales de los países de la unión europea, vídeos de youtube de represiones de manifestaciones, noticias de disparos informados por Al Yazeera, y en general, mucha mejor información, y por supuesto, casi inmediata.
"Ya te estás alargando", me dirás, respetado Kunin, y probablemente acertarás como sueles hacer, así que trataré de abreviar. El momento cúspide llegó la noche que se aprobó la resolución del consejo de seguridad de la ONU. Aquella noche me encontraba en la tranquilidad de mi casa cuando, de nuevo a través de twitter, la noticia llegó instantánea, clara, y contra mi pronóstico, puesto que tras la oposición previa de Rusia y China, no la esperaba. Inmediatamente conecté la televisión para tratar de ampliar la información: esperaba yo el acerado análisis de periodistas de prestigio, y los sobrados comentarios de los tertulianos "todoexpertos" habituales. Pero dada la avanzada hora, tras dar dos vueltas a toda la tdt, canales de noticias incluidos, me encontré con... nada. En la tele, no había reflejo alguno de la trascendente decisión que se acababa de tomar. No fue hasta el día siguiente cuando los tertulianos radiofónicos de la mañana entraron al análisis, y finalmente cuando la noticia llegó a la televisión, se centró en reflejar las manifestaciones de nuestros políticos sobre la resolución de la ONU... como si importaran algo.
Así pues, y aquí, reverenciado Kunin, concluyo. En esta encrucijada entre la televisión y lo digital me encuentro. La voz que predica el cambio es @trecet, al que definiría como "periodista expulsado", un nuevo San Juan Evangelista que clama en el desierto de internet, y somos unos cuantos miles los que recogemos su mensaje. Nos cuenta cómo los telediarios tratan de vivir de la emisión de nuevos vídeos de la catástrofe de Japón, cuando son vídeos que has visto hace horas en internet. He visto también cómo los análisis hechos por "expertos nucleares" en televisión (el frikazo que sacaron en antena 3, con aquello de "nosotros los científicos" y "esto es lo que le pasa a los hombres por jugar con la naturaleza" fue antológico) son menos profundos que los realizado por blogueros particulares.
¿Qué debo hacer? ¿Seguir informándome mediante telediarios y canales de 24 horas, presentados por sus guapos aspirantes a periodistas que normalmente no van más allá de leer el teleprompter? ¿O pasarme al lado oscuro del twitter, donde individuos particulares a menudo sin referencias, sin formación conocida, incluso tal vez sin fuentes, proporcionan información inmediata y multimedia?
¡Cuánta razón llevas, amigo Richard! La información que ofrecen los principales medios de comunicación españoles tiene tanta credibilidad como las separaciones y reconciliaciones de Belén Esteban. Suerte que tenemos esas otras fuentes de información alternativas.
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